El ser humano es un animal altamente influenciable. No somos lo que hacemos de nosotros, somos lo que otros han ido construyendo en nuestra persona.
Cada individuo que ha pasado por nuestra vida ha dejado un granito de arena que poco a poco va creando la montaña de nuestro carácter. Con otras palabras, podríamos decir que somos las huellas de nuestros compañeros de viaje.
Resulta curioso ver como, si nos paramos a analizar, todas las personas importantes que has conocido dejaron un pequeño rastro en ti.
Rara vez todos esos granos provienen de una única etapa de tu vida, algunos individuos habrán dejado su trocito en la niñez, otros en la adolescencia, etc…
Pero más interesante resulta ver como, al pertenecer a otras etapas de nuestra vida, muchas de aquellas personas que han sido tan trascendentales y que forman parte de ti se desvanecieron con el tiempo. El ver como el ser humano, en su más cruda naturaleza, es capaz de dejar de lado, olvidar y romper todo lazo con aquellas personas que en cierto sentido te han definido resulta escalofriante.
Habrá quien llegue a pensar que realmente esto lo que significa es que el ser humano tiene una capacidad de superación que le permite dejar de lado tan notables influencias para empezar de cero.
Pero, ¿es esto realmente una capacidad de superación o simplemente una carencia de moral?
Desde el punto de vista del servidor prescindir de aquellos que tan importantes fueron y para los que tan importantes fuimos no resulta ético.
En ese caso, ¿por qué llega a ocurrir esto a veces sin que nos demos cuenta?
Dando vueltas a esta cuestión me llegó a la mente la idea de que somos una especie utilitaria. Es decir, valoramos el mundo que nos rodea en función de su utilidad. Si hay algo que carece de utilidad acabamos prescindiendo de ello, de manera consciente o no.
Cuando ya no compartes aficiones con un amigo poco a poco dejas de verle tan a menudo, dejando que el silencioso yugo del olvido acabe rompiendo esa amistad. ¿Casualidad o resulta que dicho amigo ya carecía de utilidad?
Pero un error sería pensar que esto sólo ocurre con relaciones de amistad, valoramos todo tipo de relación en pos a lo útil que nos sea esa persona.
No somos más que crueles especímenes que prestamos atención a lo que necesitamos en la etapa de nuestra vida que vivimos, olvidando lo vivido anteriormente.
Aprendemos historia en las escuelas, pero olvidamos nuestra historia, desconociendo y por tanto no valorando como hemos llegado a ser lo que somos.
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