La cuestión del origen y del fundamento de la sociedad y del poder: el contractualismo

¿Existe la verdad?

El alcanzar la verdad es uno de los principales objetivos de la filosofía, sin embargo, antes de encaminarse en esa búsqueda deberíamos preguntarnos si tal verdad existe.

Contextualizando, políticamente e históricamente podemos observar como distintos colectivos piensan y han pensado ser poseedores de una única verdad y, en función de ella, han realizado actos de lo más diversos.

Pero… ¿Existe tal verdad?

Para profundizar en este tema primero deberíamos distinguir dos ámbitos claramente diferenciados. El ámbito físico/científico y el ámbito político/sociológico.

En el primer ámbito resulta claro que existe una verdad, si examinamos un objeto desde un punto de vista científico podemos afirmar que existen una serie de cualidades que describen a ese objeto de manera clara y acertada. Esto es así porque existen una serie de leyes físicas que determinan la realidad en la que nos envolvemos, luego en este ámbito si que podemos alcanzar la verdad.

Sin embargo, aunque podamos alcanzarla jamás podremos afirmar al 100% que nuestro conocimiento es el acertado. Esto ocurre en base a que la ciencia se basa en la experimentación, es decir, trabaja de tal manera que de diferentes casos particulares extrae un conocimiento más general; pero este método tiene como consecuencia que siempre puede albergarnos la duda de la existencia de un caso particular no observado que, por consecuencia, no cumpla las normas del conocimiento inducido.

Por tanto, aunque existe una verdad y si que podamos alcanzarla, nunca podremos estar totalmente seguros de ser poseedores de ella.

Pero si en el ámbito científico/físico no podemos estar seguros de nuestro saber en el campo político/sociológico mucho menos.

En este segundo ámbito el sujeto investigador y aquello que es investigado son de la misma naturaleza, los dos son seres humanos, de tal forma que los sentimientos y las ideas preconcebidas invaden este campo. Esto sumado a que a nuestra «verdad» siempre se le pueden escapar muchísimos factores el ser poseedores de la verdadera verdad (valga la redundancia) es más bien algo fortuito que, aunque sea así, no podemos afirmar con rotundidad.

Viendo esto, el querer imponer una verdad es del todo incorrecto. Si existiese algo que nos asegurara por completo estar en posesión del verdadero conocimiento querer imponerlo sería discutible; pero como ese algo es del todo inexistente, el imponerlo o el hecho de usar la violencia en función de unas ideas es una acción a la cual solo se le puede atribuir el adjetivo de tiránica.

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