Para hablar de la moral y darle una interpretación primero hay que diferenciar el término «moral» del término «ética», y así evitar posibles confusiones debidas a una no clarificación de los términos.
La moral es un conjunto de reglas interiorizadas por una persona y que se aplican de manera cotidiana a la vida en sociedad. La moral responde a la pregunta de «qué debemos hacer» y, por tanto, está relacionada con el ámbito de la praxis. Por otro lado, la ética responde al ámbito de la reflexión, donde el pensador se aleja de lo cotidiano y cambia la pregunta de «qué debemos hacer» por la de «porqué debemos hacerlo».
La clave para entender la moral es que esta, sea cual sea, solo existe cuando el individuo se encuentra en compañía. Sin el elemento social las normas morales de cada uno (que, por cierto, son subjetivas) se enajenan perdiendo su significado.
Vemos, por tanto, que ante la particularidad y subjetividad de la moral de cada uno podemos extraer una generalización que consiste en que todas ellas tienen en cuenta el concepto de sociedad. Y, ¿qué es el concepto de sociedad en el ámbito moral? Es el concepto de un «nosotros», es decir, el elemento social responde a las personas/seres vivos que cada individuo pone a su misma altura.
El concepto de un «nosotros» responde al marco social en el que uno se encuentra e incluye a otros como sus iguales. Siendo esto así podemos observar como dos personas con normas morales de gran similitud se pueden comportar de manera diferente con una determinada persona causado por la amplitud del concepto del «nosotros».
Males como son la xenofobia o el sexismo vienen dados no por una moralidad muy baja, sino por un marco social muy estrecho en el que no se incluyen a determinados grupos.
Pero lo verdaderamente curioso es ver como históricamente este marco social se ha ido agrandando, de tal manera que en la actualidad nos equiparamos con determinadas persona que en un pasado jamás se hubiera hecho. Actualmente concebimos como nuestros iguales a quienes en un pasado no se planteaba o reflexionaba hacerlo y, por tanto, las normas morales no se las aplicábamos.
Viendo esto la pregunta que debemos hacernos y sobre la que deberíamos reflexionar es: ¿En un futuro, quién o qué será incluido en el «nosotros» que ahora ni siquiera nos planteamos?