Índice
Introducción
El término “agnosticismo” fue acuñado en 1869 por Thomas Henry Huxley, uno de los principales defensores del darwinismo en la Inglaterra victoriana. Sin embargo, más que una simple etiqueta epistemológica, el agnosticismo huxleyano representa una profunda transformación en la manera de concebir la relación entre la razón, la fe y el conocimiento. Su propuesta se sitúa en un punto de inflexión entre la ciencia moderna, la teología tradicional y la filosofía crítica, introduciendo una actitud intelectual que renuncia tanto al dogmatismo religioso como al ateísmo militante.
Este texto explora el significado filosófico del agnosticismo de Huxley, su contexto histórico y cultural, así como su impacto en el pensamiento moderno.
Contexto histórico: ciencia, religión y crisis de la certeza
La segunda mitad del siglo XIX estuvo marcada por una acelerada transformación de las estructuras culturales e intelectuales de Europa. La publicación de El origen de las especies de Charles Darwin en 1859 supuso un terremoto teórico que cuestionó no solo la creación divina del ser humano, sino también la estructura entera de la cosmovisión cristiana occidental.
En este contexto, Thomas H. Huxley —biólogo, filósofo y divulgador científico— se convirtió en uno de los más férreos defensores de la teoría de la evolución, enfrentándose públicamente con obispos, teólogos y conservadores intelectuales. Pero más allá de su defensa del darwinismo, Huxley reflexionó sobre los límites del conocimiento humano, particularmente en lo que respecta a las verdades últimas sobre Dios, el alma o el más allá.
Definición del agnosticismo por parte de Thomas Huxley
Huxley definió el agnosticismo no como una posición negativa o escéptica, sino como una disciplina intelectual que afirma que no debemos afirmar como verdadero aquello que no puede ser justificado con evidencia racional.
“El agnóstico no dice ‘no hay Dios’, sino que no sabe si lo hay o no, y considera que el problema no puede resolverse actualmente.”
Este principio no se refiere solo a la teología, sino que expresa un compromiso ético con la honestidad intelectual: la obligación de abstenerse de emitir juicios definitivos allí donde la razón no tiene fundamento suficiente para decidir.
El agnosticismo, en este sentido, es una forma de escepticismo crítico, no destructivo, que insiste en la necesidad de una base empírica para el conocimiento y que rechaza tanto la fe sin pruebas como la negación sin fundamento.
Agnosticismo, empirismo y filosofía de la ciencia en Huxley
Huxley bebe del empirismo británico, especialmente de David Hume, quien ya en el siglo XVIII había subrayado los límites de la razón humana para alcanzar certezas metafísicas. Como Hume, Huxley niega que podamos tener conocimiento racional o empírico de entidades trascendentes.
Sin embargo, mientras que Hume mantenía una actitud más bien escéptica y filosófica, Huxley introduce un elemento normativo y casi metodológico. Su agnosticismo no es solo una conclusión filosófica, sino una regla para el pensamiento riguroso: si no hay datos, no hay conocimiento, y si no hay conocimiento, no debe haber creencia.
En este sentido, el agnosticismo de Huxley se convierte en un precursor de la filosofía de la ciencia del siglo XX, anticipando la actitud crítica del falsacionismo popperiano y el rechazo a las proposiciones no verificables.
Agnosticismo frente a teísmo y ateísmo
Uno de los elementos más distintivos del agnosticismo huxleyano es su rechazo tanto del teísmo como del ateísmo como posiciones dogmáticas. Para Huxley, afirmar que Dios existe sin prueba es tan injustificado como afirmar que no existe.
Esta postura intermedia no es una forma de indecisión, sino una declaración epistemológica: nadie tiene suficiente información para decidir. Esta negativa a tomar partido entre dos dogmatismos le granjeó críticas tanto desde sectores religiosos como desde círculos racionalistas militantes, que veían en su posición una forma de cobardía o de ambigüedad. Huxley respondió que su posición no era una evasión, sino una fidelidad al ideal científico.
“La posición agnóstica es la única que satisface el deber supremo de la razón: la suspensión del juicio cuando las pruebas son insuficientes.”
Legado e influencia en el pensamiento moderno
El impacto del agnosticismo de Huxley ha sido profundo y duradero. Inspiró a generaciones de científicos y pensadores a adoptar una actitud más crítica frente a las pretensiones de certeza absoluta, tanto en la religión como en otras formas de ideología. Su propuesta anticipa el giro hacia la epistemología crítica y los límites del lenguaje en la filosofía analítica del siglo XX.
Autores como Bertrand Russell, Karl Popper o incluso Stephen Jay Gould han retomado el agnosticismo como postura intelectual rigurosa frente a los dilemas metafísicos no resolubles. En el plano cultural, el término “agnóstico” ha entrado en el uso común, aunque a menudo con una imprecisión que diluye su sentido original.
Huxley no fundó una escuela filosófica ni desarrolló un sistema, pero sí marcó un punto de inflexión en la historia del pensamiento: el paso de la fe en verdades absolutas a una ética del no saber, del “no lo sé” honesto, que constituye la base de toda investigación verdaderamente libre.
Conclusión
El agnosticismo de Thomas Huxley es una llamada a la humildad epistemológica. En un mundo saturado de certezas infundadas y creencias impuestas, su mensaje sigue siendo profundamente liberador: allí donde no hay evidencia, lo más honesto es suspender el juicio. En esta actitud se cifra no solo una visión del conocimiento, sino una forma de vida filosófica.
Frente a las tentaciones del dogmatismo y del nihilismo, Huxley nos recuerda que el verdadero coraje intelectual reside en decir: “no sé”.