Topología de la violencia de Byung-Chul Han: la violencia invisible en la era del rendimiento

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Introducción

En un contexto donde el lenguaje de la productividad, la autoexigencia y la positividad domina los discursos sociales, económicos y personales, el filósofo germano-coreano Byung-Chul Han ofrece una interpretación radical del modo en que la violencia se ha transformado. Su libro Topología de la violencia no es solo un análisis filosófico de la violencia contemporánea, sino una cartografía de sus nuevas formas, ocultas, sutiles e incluso celebradas.

Si te interesa, te dejo por aquí una reseña que he hecho en formato video:

La metamorfosis de la violencia

En la tradición filosófica, la violencia ha estado asociada al conflicto, a la negatividad, a la imposición física del poder. Sin embargo, Han advierte que, en la actualidad, la violencia no ha desaparecido, sino que ha mutado. Lo que antes se ejercía de forma directa, corporal, explícita, ahora se presenta como rendimiento, como exceso de positividad, como autoexigencia interiorizada. ¡Es la violencia en la sociedad del rendimiento!

Esta mutación tiene una implicación central: si la violencia tradicional podía identificarse, resistirse y, en cierto modo, politizarse, la nueva violencia se enmascara como libertad. El individuo no es ya un sujeto reprimido, sino un sujeto que se cree libre porque se explota a sí mismo. No hay mando externo: el poder opera desde dentro.

La violencia de la positividad

Uno de los conceptos centrales de Han es el de «violencia de la positividad». En contraposición con una violencia que niega, prohíbe o reprime, la violencia de la positividad actúa a través de la exhortación constante a rendir más, a ser más eficiente, a autooptimizarse.

Este tipo de violencia se manifiesta en fenómenos como el burnout, la ansiedad crónica o la depresión funcional. Se trata de una violencia que no destruye desde fuera, sino que agota desde dentro. El sujeto ya no se siente oprimido, sino insuficiente. La causa del sufrimiento ya no es la prohibición de los deseos, sino su obligación permanente.

Como afirma Han: “En lugar de prohibiciones, mandatos y leyes, rige un imperativo de rendimiento y de positividad que conduce a una autoagresión destructiva”.

De la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento

Michel Foucault había descrito la sociedad moderna como una «sociedad disciplinaria», caracterizada por instituciones que normalizan la conducta a través de mecanismos de vigilancia y corrección. Han retoma esta idea pero la actualiza: ya no vivimos bajo la vigilancia de la norma, sino bajo la seducción del rendimiento.

En este contexto, el sujeto ya no es “sujeto de obediencia”, sino «sujeto de rendimiento». No obedece órdenes, sino que se impone metas. El nuevo poder no manda: estimula. No castiga: seduce. No oprime: invita. Y, sin embargo, los efectos son igual de destructivos.

La interiorización de la violencia

El gran hallazgo filosófico de Han está en mostrar que la violencia en la sociedad del rendimiento es una violencia sin agresor visible. No hay enemigo exterior. La guerra es interior. El sujeto neoliberal se convierte en empresario de sí mismo, en producto y promotor, en explotador y explotado.

Esto plantea una paradoja: cuanto más libre cree ser, más sumiso se vuelve a una lógica que no puede cuestionar, porque la ha hecho suya. La dominación ya no necesita estructuras coercitivas: basta con producir deseo de rendimiento.

Una mirada desde la historia de la filosofía: Peter Sloterdijk

Para comprender la profundidad del diagnóstico de Han, conviene compararlo con otro filósofo contemporáneo: Peter Sloterdijk. En Crítica de la razón cínica, Sloterdijk analiza el «cinismo estructural» de la modernidad, donde el sujeto sabe que está alienado, pero actúa como si no lo estuviera. La violencia se oculta en la propia racionalidad del sistema.

Ambos autores coinciden en que el sujeto moderno ha interiorizado el poder hasta el punto de volverse cómplice de su propia alienación. Pero mientras Sloterdijk lo plantea en términos de una conciencia escindida (el sujeto cínico), Han describe un sujeto que ya ni siquiera percibe la violencia que lo atraviesa, porque la ha confundido con su libertad.

Así, Han radicaliza la crítica de Sloterdijk: no es que sepamos que estamos alienados, es que ni siquiera lo sabemos. El poder ha penetrado hasta el ámbito del deseo y la voluntad. La violencia se ha hecho ontológica.

La importancia de leer a Han hoy

En un momento histórico marcado por el agotamiento generalizado, las enfermedades mentales ligadas al trabajo, el culto al rendimiento y la desaparición del tiempo libre, Topología de la violencia ofrece una herramienta conceptual para pensar críticamente la realidad.

No se trata simplemente de un ensayo más sobre la alienación moderna, sino de una obra que invita a revisar nuestras propias prácticas cotidianas: ¿cuántas de nuestras decisiones están guiadas por el deseo de rendir? ¿Cuánta de nuestra angustia proviene de la creencia de que no somos suficientes? ¿Cuánta violencia se oculta tras el mandato de la autooptimización?

Han no ofrece soluciones. No hay recetas en su filosofía. Pero hay una lucidez rara: la capacidad de nombrar aquello que suele permanecer invisible. Leerlo es una experiencia de desautomatización: vemos lo cotidiano con otros ojos. Y eso, en filosofía, ya es mucho.

¿Qué tipo de violencia analiza Byung-Chul Han en Topología de la violencia?

Han analiza una violencia sutil, invisible y autoinfligida, propia de la sociedad neoliberal, en la que los individuos se autoexplotan bajo el imperativo del rendimiento.

¿Cuál es la idea central de Topología de la violencia?

La tesis principal es que hemos pasado de una violencia negativa (prohibitiva) a una violencia positiva (autoexigente), mucho más eficaz y difícil de identificar.

¿Cómo se ejerce la violencia según Byung-Chul Han?

Según Byung-Chul Han, la violencia en la sociedad contemporánea ya no se ejerce mediante la imposición externa, física o visible, como ocurría en épocas anteriores. En su lugar, adopta formas suaves, invisibles y autoinfligidas, propias de lo que él llama la violencia de la positividad. Esta transformación está estrechamente vinculada al cambio de modelo de poder: del disciplinario al del rendimiento.

¿Cómo se ejerce el poder según Byung-Chul Han?

El poder, según Byung-Chul Han, ya no se ejerce principalmente por medio de la prohibición, la violencia física o la vigilancia externa, como ocurría en las sociedades disciplinarias descritas por Foucault. En la sociedad del rendimiento, el poder adopta una forma más insidiosa: se interioriza y actúa desde dentro del sujeto, no reprimiendo su libertad, sino movilizando su deseo de superación y éxito.