La sustancia en Descartes

Introducción

¿Qué es lo que verdaderamente existe? Esta pregunta recorre toda la historia de la filosofía y cobra una forma particularmente rigurosa en el pensamiento de René Descartes, figura central del racionalismo moderno. En el corazón de su metafísica encontramos el concepto de sustancia, una noción heredada de la tradición escolástica, pero radicalmente transformada por Descartes. Entender qué significa «sustancia» en el pensamiento cartesiano no solo es crucial para interpretar correctamente su sistema filosófico, sino también para valorar el impacto que tuvo en el desarrollo de la filosofía moderna y en el giro hacia el sujeto.

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Este artículo explora con profundidad el concepto de sustancia en Descartes, abordando su definición, tipos, implicaciones ontológicas y su vínculo con Dios, el alma y el cuerpo. También examinaremos cómo se relaciona esta noción con el dualismo cartesiano y con el proyecto de fundamentación del conocimiento.

La redefinición cartesiana de sustancia

Influencias escolásticas y ruptura filosófica

Descartes hereda el término sustancia de la escolástica, particularmente de Aristóteles y Tomás de Aquino, quienes concebían la sustancia como aquello que existe en sí mismo y no en otro. Sin embargo, el filósofo francés somete esta noción a un giro radical. Para Descartes, «una sustancia es una cosa que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra para existir» («Principios de la filosofía», I, 51). Esta definición, aparentemente similar a la escolástica, tiene un matiz decisivo: solo Dios, en sentido pleno, cumple este criterio de independencia absoluta.

Sustancia infinita y sustancias finitas

Descartes distingue entre dos grandes tipos de sustancia:

  • La sustancia infinita, que es Dios. Dios es el único ser verdaderamente autosuficiente, cuya esencia implica su existencia.
  • Las sustancias finitas, que son el alma (res cogitans) y el cuerpo (res extensa). Estas sustancias dependen de Dios para existir, pero son concebidas como cosas que existen en sí mismas, es decir, no necesitan de otra criatura para existir.

Así, aunque Descartes mantiene la idea de que la sustancia es lo que existe por sí, restringe su aplicación plena a Dios. En los seres creados, la sustancia es relativa, ya que su existencia depende de la voluntad divina.

El dualismo cartesiano: pensamiento y extensión

Res cogitans y res extensa

Uno de los puntos más célebres y discutidos de la filosofía de Descartes es su dualismo ontológico, es decir, la afirmación de que existen dos tipos de sustancias creadas:

  • La sustancia pensante (res cogitans): es el alma, cuya esencia es pensar. No tiene extensión ni está sujeta a las leyes de la física.
  • La sustancia extensa (res extensa): es el cuerpo, cuya esencia es ocupar un espacio. No piensa y está sujeta a los principios de la geometría y el movimiento.

Estas dos sustancias son irreductibles entre sí, lo que da lugar a la conocida dificultad del problema mente-cuerpo, que será abordado por otros filósofos como Malebranche, Spinoza y Leibniz.

El yo como sustancia pensante

En la Segunda Meditación, Descartes llega a la famosa afirmación cogito, ergo sum. Esta certeza permite identificar al yo como una sustancia pensante. El alma es, por tanto, una sustancia cuya naturaleza es pensar, y esta identidad no depende del cuerpo. De hecho, en tanto que el pensamiento es independiente de lo material, se refuerza la idea de una distinción real entre alma y cuerpo.

Sustancia y atributos

La relación entre sustancia y atributo

Para Descartes, toda sustancia posee un atributo principal, que expresa su esencia. Así:

  • El atributo del alma es el pensamiento.
  • El atributo del cuerpo es la extensión.

Los modos o afecciones (por ejemplo, imaginar, dudar, moverse, tener forma) son maneras específicas en que el atributo principal se manifiesta. Esta estructura sustancia-atributo-modo será fundamental para el racionalismo posterior, especialmente en Spinoza.

Dios como sustancia suprema

En Descartes, Dios no solo es la sustancia infinita, sino también el garante de la verdad. Su perfección implica que no puede engañarnos, y por ello cumple un papel central en la legitimación del conocimiento. El principio de claridad y distinción se sostiene en la veracidad divina. Esta dimensión epistemológica del concepto de sustancia conecta directamente con la fundamentación del conocimiento que busca Descartes en sus Meditaciones Metafísicas.

Conclusión

La noción de sustancia en Descartes es el eje de su sistema metafísico. Al redefinir la sustancia desde una perspectiva teológica y racionalista, Descartes no solo rompe con la escolástica, sino que inaugura un nuevo modo de hacer filosofía centrado en la subjetividad, la claridad racional y la fundamentación del conocimiento. Comprender este concepto es imprescindible para todo aquel que quiera adentrarse en la historia de la filosofía moderna.